Este mes toda la atención la acaparan nuestros viñedos, a pesar de que – al haber agotado las existencias de dos de nuestros vinos (¡sí, a principios de abril!)-  el trabajo administrativo ha sido bastante tedioso mientras tratábamos de gestionar los cupos. Además, nos han visitado varios importadores de EE. UU. y Bélgica, y también hemos tenido el placer de recibir en nuestra bodega a Aina Mee Myhre, afincada en Noruega, que obtuvo el título de MW al mismo tiempo que Fernando. Siempre llevamos a nuestros visitantes a ver las viñas, ya que son un elemento fundamental para nosotros y este es un momento idóneo para ver como la vida vuelve a la vid.

El hecho de que no hayamos mencionado mucho a nuestras viñas en las entradas anteriores no implica que Mario López, nuestro viticultor y enólogo, no haya estado trabajando mucho en los viñedos. Para nada. Visita las viñas cada semana —incluso en invierno—, las poda, ara, fertiliza con abono y las replanta. Con la llegada de la primavera, las visita con aún más frecuencia para controlar todas las fases del ciclo de crecimiento. A finales de abril salimos con él y con Fernando para saber cómo estaban evolucionando este año. Este invierno ha sido bastante frío y la nieve se ha acumulado en las zonas más altas como el Jardín de los Iguales —así podremos mantener las enfermedades a raya—, aunque por ahora este año se ha caracterizado por las fuertes lluvias. En los cuatro primeros meses de 2018 cayeron 201 hl de agua, en comparación con los 58 hl del año pasado. La lluvia en invierno se agradece, especialmente en una zona tan árida como Aragón y, después de varios años muy secos, esta reserva de agua es un comienzo muy positivo.

Lo primero que ocurre cuando arranca el ciclo vegetativo es el movimiento ascendente de la savia o el “lloro” y, a continuación, el hinchado de las yemas, que se produce cuando la temperatura del suelo se sitúa por encima de 10 ºC de media. Mario señala que este año este proceso ha comenzado aproximadamente diez días después de lo habitual a causa de las temperaturas frías y húmedas. En muchos aspectos, esta es una excelente noticia, ya que cuanto más tarden las yemas en echar los brotes, es menos probable que las heladas primaverales las dañen, aunque es demasiado pronto para hacer predicciones sobre la vendimia de este año.

Comenzamos a trabajar en los viñedos aluviales de llanura en Épila, que nos regalan nuestros vinos Botijo; la parcela más alta, El Jardín de los Iguales, ha sido la última en brotar. Pero, a finales de abril, las yemas ya se dejaron ver en todas las viñas, incluso alguna de las nuevas plantaciones, las viñas nuevas plantadas a pie franco directamente de los esquejes. Esto explica que Mario haya tenido tanto trabajo con el “desniete”. Este proceso consiste en retirar uno a uno los brotes improductivos para que la planta concentre toda su energía en producir uvas y no se detenga en hacer crecer las hojas. Es una tarea muy pesada, pero que repercutirá sustantivamente en la calidad.

Seguiremos informando sobre cómo se desarrolla el ciclo de crecimiento.

¡Se nos olvidaba! Ya tenemos una cosecha de El Jardín de los Iguales: nuestros primeros espárragos, que estaban buenísimos.